Ahora en el siglo XXI, en medio de las constantes críticas que están pulsando a la función televisiva, no deja de ser sorprendente constatar el gran olvido académico que vive la radiodifusión en Colombia.
Teniendo en cuenta la investigación que he venido realizando sobre un trabajo de análisis de medios, donde opte por enfocarme hacia los medios de comunicación radial, debido a que no se debe desconocer el importante papel que ha jugado la radio en nuestro país a la hora de hablar del desarrollo de la libertad de expresión.
En particular me he dedicado a analizar la emisora Energía 102.5, en la medición cuantitativa de los horarios de los programas, preferencias programáticas, fidelidad a la emisora, basándome en criterios instrumentales como son los estratos socioeconómicos, sexo y edades de las personas que generalmente llaman para reportar sintonía o participar en los diferentes programas.
Esto me ha llevado a comprobar, primeramente, que la radio ahora funciona como una verdadera industria, debido a su importancia en la participación de mercado en la inversión publicitaria.
Indudablemente, los requerimientos de corto y mediano plazo de los propietarios de radioemisoras y el negocio publicitario, como base de sustentación económica de la empresa radial, especialmente en países como éste, donde el mal reconocimiento económico de la labor del comunicador social de la radio, facilita el dominio de los políticos sobre los comunicadores.
Del proceso de investigación de la comunicación radiofónica surgen las siguientes preguntas
1. ¿Cómo teorizamos el enorme rango y el resultado de la radio desde la cultura popular hasta la estética de la radio?
2. ¿Cuáles son las herramientas más apropiadas para analizar e interpretar los géneros radiales, los rasgos y la articulación de la radio?
3. ¿La radio nos provee un modelo de la conciencia visto desde el contenido político?
La primer pregunta tiene un énfasis taxonómico, con implicancias metodológicas; la segunda es metodológica, con vinculaciones teóricas y finalmente la tercera es epistemológica y, tangencialmente, antropológica.
La segunda pregunta es quizás la que mas se asocia con la descripción sociológica de los hábitos de consumo y recepción de las transmisiones radiales, he podido notar que las personas que mayoritariamente escuchan la emisora Energía son personas de estratos 1, 2,3, casi siempre con edades que oscilan entre los 18 a los 50 años.
Es notorio el lenguaje sádico y grotesco que manejan los locutores de algunos programas como por ejemplo Mariconsuelo, pero lo curioso es algo que a la gente le llama la atención y que además les gusta, pues esto es lo que se ve reflejado en los oyentes que interactúan con la emisora.
Me resulta sorprendente advertir la menguada relevancia concedida a la radio. En tanto medio masivo de comunicación, particularmente en la constitución identitaria de la experiencia colectiva, cierto silencio ante la radio es evidente, la cual es eclipsada por la televisión y la prensa escrita, pero de fondo he encontrado un problema grave y es que la radio ya no se considera un medio para educar, sino para entretener y a duras penas para informar, cuando sabemos que los medios masivos de comunicación se deben de caracterizar por ser íntegros a la hora de informar, educar y entretener al televidente, lector o radioescucha.
Teniendo en cuenta la investigación que he venido realizando sobre un trabajo de análisis de medios, donde opte por enfocarme hacia los medios de comunicación radial, debido a que no se debe desconocer el importante papel que ha jugado la radio en nuestro país a la hora de hablar del desarrollo de la libertad de expresión.
En particular me he dedicado a analizar la emisora Energía 102.5, en la medición cuantitativa de los horarios de los programas, preferencias programáticas, fidelidad a la emisora, basándome en criterios instrumentales como son los estratos socioeconómicos, sexo y edades de las personas que generalmente llaman para reportar sintonía o participar en los diferentes programas.
Esto me ha llevado a comprobar, primeramente, que la radio ahora funciona como una verdadera industria, debido a su importancia en la participación de mercado en la inversión publicitaria.
Indudablemente, los requerimientos de corto y mediano plazo de los propietarios de radioemisoras y el negocio publicitario, como base de sustentación económica de la empresa radial, especialmente en países como éste, donde el mal reconocimiento económico de la labor del comunicador social de la radio, facilita el dominio de los políticos sobre los comunicadores.
Del proceso de investigación de la comunicación radiofónica surgen las siguientes preguntas
1. ¿Cómo teorizamos el enorme rango y el resultado de la radio desde la cultura popular hasta la estética de la radio?
2. ¿Cuáles son las herramientas más apropiadas para analizar e interpretar los géneros radiales, los rasgos y la articulación de la radio?
3. ¿La radio nos provee un modelo de la conciencia visto desde el contenido político?
La primer pregunta tiene un énfasis taxonómico, con implicancias metodológicas; la segunda es metodológica, con vinculaciones teóricas y finalmente la tercera es epistemológica y, tangencialmente, antropológica.
La segunda pregunta es quizás la que mas se asocia con la descripción sociológica de los hábitos de consumo y recepción de las transmisiones radiales, he podido notar que las personas que mayoritariamente escuchan la emisora Energía son personas de estratos 1, 2,3, casi siempre con edades que oscilan entre los 18 a los 50 años.
Es notorio el lenguaje sádico y grotesco que manejan los locutores de algunos programas como por ejemplo Mariconsuelo, pero lo curioso es algo que a la gente le llama la atención y que además les gusta, pues esto es lo que se ve reflejado en los oyentes que interactúan con la emisora.
Me resulta sorprendente advertir la menguada relevancia concedida a la radio. En tanto medio masivo de comunicación, particularmente en la constitución identitaria de la experiencia colectiva, cierto silencio ante la radio es evidente, la cual es eclipsada por la televisión y la prensa escrita, pero de fondo he encontrado un problema grave y es que la radio ya no se considera un medio para educar, sino para entretener y a duras penas para informar, cuando sabemos que los medios masivos de comunicación se deben de caracterizar por ser íntegros a la hora de informar, educar y entretener al televidente, lector o radioescucha.



